El "socialismo de mercado" es antisocialista

Una polémica clave contra el "socialismo de mercado" en el contexto de la grave crisis económica y política de Polonia.

El "socialismo de mercado" es antisocialista

Los dirigentes de Solidaridad contra la economia planificado

-Del folleto "¡Alto a la contrarrevolución de Solidaridad!", tendencia espartaquista internacional, 1981

Aun cuando el lider de Solidaridad Lech Walesa prefiere presentarse como un puro militante sindical, un trade-unionista, en la Polonia de hoy no puede haber un movimiento sindical "de pan de cada dia". No hay ni pan ni tortas. Cuando se firmó el acuerdo de Gdansk en agosto del año pasado escribimos: "Los grandes aumentos de salarios que se están concediendo ahora resultarán a la larga o en una inflación desenfrenada o en colas de compra aun más largas" ("Obreros polacos en movimiento" [en este cuaderno]). A estas alturas, casi todos los miembros de Solidaridad deben saber que el exigir y obtener aumentos nominales de salarios y reducción de la jornada de trabajo solo empeora la situación económica. La dirección de Solidaridad siente la presión de sus miembros más responsables, asi como de intelectuales y burócratas simpatizantes, para que elabore un programa positivo para salir de la crisis económica.

Los numerosos abogados de izquierda de Solidaridad en el Occidente, como los falsos trotskistas del Secretariado Unificado de Ernest Mandel, insisten en que sus dirigentes en realidad nunca han llamado explicitamente a la restauración del capitalismo, aunque casi nunca tengan nada bueno que decir sobre una economia socializada. En realidad, Walesa ha alabado al imperialismo económico norteamericano y ha llamado por una mayor penetración de éste en Polonia. Al preguntarle la revista liberal germano-occidental Der Spiegel (15 de junio) de dónde vendrian los fondos de inversión para la reestructuración económica de Polonia, el jefe de Solidaridad respondió: "...quizá del Occidente en la forma de empresas mixtas. Yo mismo he visto en mi viaje al Japón cuan poderosamente ha contribuido el capital norteamericano al enorme ascenso económico de ese pais."

La declaración económica programática más global y autorizada de Solidaridad hasta la fecha es un documento, "El curso de la acción sindical en la situación actual del pais", publicado en Semanario Solidaridad del 17 de abril (traducido en Intercontinental Press del 22 y 29 de junio). Este documento se pronuncia por una versión extrema del "modelo yugoslavo", proponiendo una autonomia de empresas basada en la autogestión obrera.

" ...estos [los cuerpos autogestionarios] deben tener derecho a ejercer un control sobre los bienes de la empresa, a decidir sobre los objetivos de producción y venta, la selección de metodos de producción, y metas de inversión. Deben decidir tambien sobre la distribución de las ganancias de la empresa."

El documento indica ademas que "las empresas deben autofinanciarse, o sea, que deben ser capaces de cubrir sus costos de sus propias ganancias."

No se sabe si la dirección de Solidaridad se identifica seriamente con el modelo yugoslavo, o si simplemente ha puesto sobre papel la fórmula corriente de reforma economica liberal en Europa del Este. Lo que si está claro, sin embargo, es que de llevarse a cabo el programa de Solidaridad seria una catástrofe aún mayor para la clase obrera polaca que la ocasionada por la increible mala administración de los estalinistas y sus concesiones cada vez más grandes a las fuerzas burguesas.

En las condiciones actuales de la economia polaca, cuesta abajo en una carrera desenfrenada, la competencia de mercado libre y el autofinanciamiento llevarian inmediatamente a la quiebra de cientos de empresas que echarian a cientos de miles, si no millones, de obreros a la calle. Es significativo que el único grupo de obreros polacos que de hecho parece estar impulsando la autogestión son los trabajadores de la linea aérea nacional, LOT, un monopolio estatal. Los autores del programa de Solidaridad son lo suficientemente realistas como para darse cuenta que la suya es una receta para despidos masivos inmediatos:

"El sindicato reconoce que las empresas tendrán derecho a cambiar sus niveles de empleo de acuerdo con sus necesidades. Pero las autoridades gubernamentales todavia seran responsables de implementar una politica de pleno empleo... El autofinanciamiento de las empresas tambien podria resultar en que algunas tendrian que reducir sus operaciones o cerrar."

De manera que los directores de las empresas autogestionarias van a tener plena libertad para despedir trabajadores y de algún modo ¡el gobierno tiene que encontrar la forma de reemplearlos a todos! lgual que debe encontrar alimentos donde no los hay. Aqui el esquema de Solidaridad es mucho peor – más despiadadamente capitalista – que la practica yugoslava. En Yugoslavia se les prohibe a las empresas despedir a un trabajador por razones económicas a menos que le ofrezcan un "empleo equivalente en reemplazo". Pero bajo el plan de Solidaridad la mayoria de los directores "autogestionarios" pueden deshacerse de los trabajadores de un departamento marginal o no rentable para proteger sus propios ingresos. ¡Qué tal solidaridad!

Desigualdad y desempleo

El socialismo significa una economia democráticamente administrada, planificada, igualitaria y organizada a escala internacional. Antes del ascenso del estalinismo prácticamente nadie que se reclamaba del socialismo disputaba estos principios fundamentales. El programa del "socialismo de mercado" no tiene nada en común con el socialismo. Es fundamentalmente un producto del estalinismo liberal.

El impetu por el "socialismo de mercado" en Europa del Este no proviene de los obreros, sino más bien de un ala tecnocrática de la burocracia que busca de esta manera superar la rigidez y el desperdicio de la planificación estalinista tradicional. Al implementarse, sin embargo, la competencia entre empresas, permitiendo que las empresas comercien en el mercado mundial, etc., produce fuertes tendencias capitalistas. Los principales abogados del "socialismo de mercado", como el checo Ota Sik y el polaco Wlodzimierz Brus, se encuentran en el ala de extrema derecha de las burocracias estalinistas. Los efectos inmediatos de la competencia entre empresas, el incremento del desempleo y las grandes diferenciales en los salarios, son siempre recusados por los obreros como en Hungria y también en Checoslovaquia en 1968.

Podemos juzgar los efectos del "socialismo de mercado" en la vida misma. Las empresas autonomas bajo auto-gestión obrera fueron dadas a conocer al mundo por la Yugoslavia de Tito poco después de su ruptura con Stalin en 1948. Los consejos obreros eligen la administración y disponen de los ingresos después de pagados los impuestos. Sin embargo, las empresas están sujetas a ciertas restricciones decisivas que las definen todavia como propiedad estatal, no de un grupo. Las empresas no pueden liquidarse a si mismas, ni vender sus instalaciones y maquinaria sin la aprobación del gobierno. Los trabajadores tienen una participación en las utilidades de la empresa unicamente mientras estén empleados ahi; no tienen derechos de propiedad per se. (Para un análisis perspicaz, aunque un tanto anticuado, del modelo yugoslavo y sus contradicciones, ver Theo Schulze, "Yugoslavia's Way: The Workers' Council System," International Socialist Review, verano de 1962).

Algunos estalinistas confusionistas de la Nueva lzquierda como Paul Sweezy y Charles Bettleheim han elogiado la autogestión obrera a la yugoslava, si bien deplorando la competencia de mercado entre empresas. En el mundo real tal separación es imposible. Si los obreros van a ser amos absolutos de su propia fábrica no pueden reclamar un derecho a acudir al presupuesto estatal para fondos adicionales de inversión o salariales. Los desembolsos de una empresa destinados a salarios, suplementos, nuevas instalaciones, etc. pueden estar limitados por los ingresos de la venta de su producción o limitados por la decisión de una dirección económica centralizada. Pero de alguna manera, los desembolsos deben estar limitados. La revolución socialista no abolirá la verdad económica proverbial de que en ninguna parte se come gratis.

El "socialismo de mercado" por su propia naturaleza genera mayores desigualdades en el ingreso y mayor desempleo. Más aún, la rentabilidad o no rentabilidad de una empresa depende por lo general, sólo marginalmente, de la diligencia de su fuerza laboral. Generalmente el factor mas importante en la determinación de la diferencia entre el precio de venta y el costo es la edad relativa del equipo. Bajo el "socialismo de mercado" los obreros que tienen la mala fortuna de trabajar en las fábricas más viejas son castigados con ingresos mas bajos que sus compañeros en fábricas nuevas o recientemente reequipadas. El segundo factor más importante que rige la rentabilidad de las empresas son las condiciones de la oferta y la demanda del mercado nacional y/o mundial, algo sobre lo cual los obreros tampoco tienen control. Bajo el esquema de solidaridad los mineros del carbón polacos, por ejemplo, se beneficiarian cuando la OPEC alzara el precio del petróleo, y sufririan cuando hay exceso en el mercado petrolero mundial (como ahora). El "socialismo de mercado" viola el principio elemental compartido tanto por militantes sindicales como socialistas, de pago igual por trabajo igual.

La experiencia yugoslava

En Yugoslavia podemos ver el pleno florecimiento hasta la fecha del "socialismo de mercado". Después de tres décadas de autogestión obrera Yugoslavia padece la más alta tasa de inflación de Europa, Oriental u Occidental, un 14 por ciento de desempleo y enormes desigualdades en todos los aspectos de la vida económica. La tasa de desempleo seria mucho más alta aún de no ser por el subsidio habitual dado por las autoridades a las empresas con problemas financieros ¡a costa de nutrir una tasa de inflación que ya va por el 50 por ciento (The Economist, 1 de agosto)! Entre tanto se envian a los hijos e hijas "sobrantes" a trabajar a Europa Occidental: las remesas de dinero de los yugoslavos en el extranjero suman más de la mitad del valor total de las mercancias que se exportan.

La competencia entre empresas en combinación con el federalismo en realidad ha ampliado las diferencias regionales, agravando asi los conflictos nacionales que podrian desmembrar al pais. Slovenia, la república mas avanzada de Yugoslavia, goza de condiciones económicas comparables a las de la vecina Austria, en tanto que la Kosovo poblada por albaneses se asemeja más bien a Turquia. Además, la brecha entre las regiones más ricas y las mas pobres se ha ensanchado. En 1952 el ingreso por persona en Kosovo representaba el 23 por ciento del de Slovenia; para 1977 era solamente el 15 por ciento (Laura D'Andrea Tyson y Gabriel Eichler, "Continuity and Change in the Yugoslav Economy in the 1970's and 1980's", en East European Economic Assessment). En su mayor parte el excedente social producido en Slovenia es reinvertido en Slovenia. Esto puede verse claramente en un análisis de la situación del empleo. En 1977 por cada vacante en el sector socializado en Slovenia habian únicamente 1,5 personas buscando empleo; ¡en Kosovo habian unas 35 personas en busca de empleo por cada vacante! Desigualdades de esta magnitud fácilmente pueden fomentar movimientos nacionalistas reaccionarios y proporcionar material explotable para las intrigas imperialistas.

Aunque la Unión Soviética está lejos de ser libre de conflictos nacionales y del chauvinismo Gran Ruso, la planificación centralizada ha hecho posible que se reduzca en forma apreciable el ancho abismo que existia entre los pueblos miserablemente atrasados de Asia Central y los de la Rusia europea. El economista liberal británico Alec Nove, ningun admirador del sistema económico sovietico, reconoce que: "Los salarios en Asia Central son similares a los de Rusia Central, los precios del algodón, frutos citricos, uvas, tabaco, han sido relativamente favorables, los servicios sociales proporcionados en Asia Central han sido a la escala normal 'sovietica', y las estadisticas presupuestarias muestran que fondos adicionales se destinan a los presupuestos de las repúblicas atrasadas" (The Soviet Economic System [1977]). Ciertamente, un gobierno obrero en la Unión Soviética venceria las desigualdades todavia grandes fomentadas por la burocracia del Kremlin, por ejemplo, alentando la migración de las sobrepobladas repúblicas centroasiáticas a las regiones de Rusia y Siberia con escasez de mano de obra.

La respuesta trotskista al centralismo burocrático

La defensa por Solidaridad de la autogestión de las empresas expresa la influencia de intelectuales estalinistas liberales y socialdemócratas por una parte, y posiblemente impulsos sindicalistas primitivos por otra. También refleja el rechazo nacionalista del "comunismo ruso". En los estados obreros deformados yugoslavo y hungaro, la tendencia resultante de la autonomia de las empresas a regenerar relaciones económicas capitalistas está circunscrita y refrenada por un aparato gubernamental todavia fuerte. Pero en las condiciones anárquicas de Polonia, el control del estado sobre las empresas autogestionarias no seria sino nominal.

De llevarse a cabo, el programa de Solidaridad agregaria el desempleo masivo a los males que afligen a los obreros polacos, facilitaria la penetración económica imperialista y fortaleceria las fuerzas que pugnan por una restauración del capitalismo. La restauración capitalista significaria una contrarrevolución sangrienta, no un proceso pacifico, gradual, puramente económico. Pero toda clase de "reformas" orientadas al mercado, que atomicen aún más la economia polaca, solo pueden acrecentar el peligro contrarrevolucionario.

Los defensores del "socialismo de mercado" como Brus y Sik alegan que la planificación tipo soviético tradicional desperdicia recursos enormes, especialmente en el sector de bienes de consumo. Frecuentemente produce articulos de mala calidad. Estos articulos que nadie quiere se amontonan en las bodegas mientras escasean otros productos en forma crónica. Todo esto es cierto y no representa nada nuevo en absoluto para los trotskistas.

Aún antes de que Stalin hiciera bajar los niveles de vida con su primer plan quinquenal, la Oposición de Izquierda denunció la arbitrariedad burocrática en la gestión económica y la indiferencia al bienestar de los consumidores. La "Plataforma de la Oposición Conjunta" de 1927 llamaba por "la rebaja de los precios [la cual] afecta sobre todo los objetos de consumo masivo entre los obreros y los campesinos." Y especifica además una "politica de reducción de precios, más adaptada a las condiciones del mercado, más individualizada – esto es, tomando más en consideración la posición en el mercado de los diferentes tipos de mercancias."

En 1932, en la cuspide del aventurerismo económico de Stalin, Trotsky escribió:

"La participación de los obreros mismos en la dirección de la nación, de su politica y economia; un control real sobre la burocracia; y un mayor sentimiento de responsabilidad de los que mandan hacia aquellos bajo su cargo – todo esto sin duda repercutiria favorablemente sobre la misma producción: la fricción se reduciria, los costosos zigzags económicos se reducirian también al minima, una distribución mas sana de fuerzas y equipo se aseguraria, y a la larga las coeficientes de crecimiento se elevarian. La democracia soviética es ante todo la necesidad vital de la misma economia nacional.
– "¿Ahora qué?" Cuestiones vitales para el proletariado alemán"

Evidentemente, un gobierno obrero debe producir el tipo de bienes de consumo que la gente quiere con la utilización más eficiente de los recursos. Pero esto no tiene nada que ver con la competencia atomizada entre empresas. La administración económica central en estrecha consulta con las cooperativas de consumo deberá ajustar continuamente la producción de diferentes articulos para satisfacer la demanda del mercado. Está claro que no tiene sentido – salvo para algun aparatchik iluso del Gosplan – aplicar metas a largo plazo a la cantidad de zapatos entregados a varios almacenes o de llaves suministradas a varios talleres de reparación de automóviles. Los objetos de la planificación a largo plazo son la contrucción de nuevas fábricas, minas, ferrocarriles, aeropuertos, etc., operaciones importantes de renovación de equipo, renovación urbana y similares.

Como escribió Trotsky hace mucho tiempo, unicamente la acción reciproca de la democracia obrera, el plan y el mercado pueden dirigir la economia a través de la epoca de transición del capitalismo al comunismo. Esta es la meta del llamado de los trotskistas por una revolución politica proletaria en los estados obreros burocráticamente degenerado y deformados: no volver atrás, a la anarquia del mercado con su inflación y desempleo, su chauvinismo y guerra imperialista, sino ir adelante hacia el socialismo a través de la economia planificada internacional basada en la democracia soviética. ■